Recuerdo que desde bien pequeña cantaba cuando estaba contenta.
“Qué niña más alegre!” decía la gente. Y si, así era.

Más adelante, me dí cuenta de que no lo hacía cuando estaba triste o en momentos incómodos pero esto parecía encajar con lo que se supone que devía de ser.

Estudié, fuí a la universidad y empecé a recorrer el camino del yoga.
Entre muchas otras cosas empecé a descubrir que los cantos de las mujeres indias me abrían un universo maravilloso dentro de mí. Algo que no era capaz de describir con palabras.

Esas melodías tenian un poder especial. Eran capaces de tocar partes de mí todavía por descubrir.
“Yo quiero cantar así” me dije un día. Y en esa búsqueda apareció el camino del Naad Yoga en mi vida.

De la mano de la Raj Academy con Guru Kaur y el professor Surinder Singh descubrí porque aquellas melodías me tocaban tan profundo y descubrí también cómo el canto y el poder del sonido nos permiten expresar no sólo los momentos alegres sino muchísimos más registros emocionales que vivimos dentro de nosotros para poderlos sanar a nivel físico, emocional y mental.